El juego está presente en todos los estadios de la vida del hombre,
ofrece al niño/a oportunidades para desarrollar habilidades para transformar
las experiencias pasivas en prácticas, implica acción y participación que
favorece y ayuda a la conciencia, autonomía, pensamiento y creatividad.
Es primordial que los juegos infantiles
estén orientados y dirigidos apropiadamente tanto por padres de familia como
por maestros/as porque de ellos dependerá el futuro del niño/a. Para que el
juego sea educativo es necesario que padres como maestros/as conozcan en qué
consiste y en que se diferencia el juego del trabajo ya que muchos lo confunden
y hacen uso del juego como autoservicio para más tarde seguir con tareas
familiares.
Mediante
el juego el niño/a descubre su cuerpo y las posibilidades que éste le da, así
logra establecer una estrecha relación con el medio que le rodea desarrollando
la percepción y control de su cuerpo, también adquiere equilibrio postural,
lateralidad, ritmo y coordinación de los movimientos ayudándole para su
desarrollo, tanto físico como mental.

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